Estamos en Alemania en 1944. Imperan la destrucción, el miedo y la muerte. No son buenos tiempos para el cabaret. Nuestro local, alguna que otra noche, ni siquiera abre, y cuando lo hace, los clientes no llegan a una docena: tres o cuatro mesas, y otras tantas botellas. La guerra y los nazis no pueden durar mucho ya, pensamos; hay que seguir adelante, hay que sobrevivir como sea. ¿Por qué no hacer teatro?

Un domingo, aprovechando que los únicos cinco clientes se marcharon pronto, nos sentamos todos en torno a una mesa, nos tomamos unas copas y discutimos el asunto. Fue precisamente la nueva, la cantante, la que tuvo la idea de que representáramos una historia de amor. Al jefe le pareció muy bien. El camarero,  intelectual de ideas peregrinas, nos proporcionó la obra, que según él es de autor anónimo…

Son esos personajes los que representan a los personajes de Un día de octubre, obra que Georg Kaiser escribió en los años veinte. Podría definirse como un “drama místico”, en el que lo insólito irrumpe en la vida de cada día por medio de un amor absoluto que desdeña la realidad y toda obligación social o moral.

El estreno se llevó a cabo el 1 de mayo de 2003 en el Kasemattentheater de Luxemburgo.

Un día de octubre se volvió a representar el 21 de mayo de 2003 en el Tuchfabrik de Tréveris, Alemania.